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El Maravilloso Mundo del Cicloturismo Por Lot Abraham Bartolomé

Si eres de las personas que tienes que ver todos los “atractivos” de un país en un solo viaje y te encantan los viajes programados hasta el último segundo estos párrafos no te interesan. Si por el contrario te gusta improvisar y tomarle el pulso a la vida cotidiana de los habitantes de los sitios que visitas quizá deberías seguir leyendo.

La bicicleta como medio de transporte se torna ideal para el propósito antes mencionado. Nos permite llevar un ritmo humano, sentir los relieves del terreno, los cambios del paisaje, la temperatura, la humedad… No digo que no nos exija esfuerzo, pero en la vida hay pocas que merezcan la pena que no nos exijan esfuerzo.

Mis viajes cicloturistas siempre han sido modestos nunca me he ido más de un mes. La verdad es que prefiero gastar mis vacaciones viendo menos, pero disfrutando más de lo visto.

Una de las cosas que más me gusta del cicloturismo es que te obliga a interactuar con la gente y eso es al final con lo que me quedo de los viajes, no tanto los monumentos o las atracciones y para muestra un botón.

Ahora viene una batallita del abuelo cebolleta:

Estando en Jordania en una etapa dura en la que teníamos que subir desde la costa del mar muerto (-300msm) hasta la ciudad de Karak (900msm). Cargamos con siete litros de agua para salvar este puerto bajo un sol de justicia, en principio debían de ser suficientes. Mis cálculos suelen tender a optimistas cuando se trata de cargar peso. Mientras subíamos por la carretera que subía por un paisaje extremadamente árido fuimos consumiendo el preciado líquido para evitar deshidratarnos. La subida no se acababa nunca. Mi cuerpo empezaba a acusar la falta de líquido era un momento delicado, estaba al borde del colapso. Por suerte aparecieron unas casas al borde de la carretera. Fui llamando una por una y por fin alguien abrió la puerta, le pedí agua, de repente nos encontrábamos sentados a la sombra de los árboles con una numerosa familia, tomándonos una cocacola e invitados a comer. Incluso la abuela que apenas se podía mover con un bastón salió a darnos conversación.

Esta nos es una anécdota aislada, prácticamente en cada viaje cicloturista que he hecho he encontrado gente buena que me ha ayudado con lo que ha podido si me ha visto apurado o simplemente se ha interesado por lo que hacía y si necesitaba ayuda.

Si el 90% de la gente es buena el 10% restante tienen que ser muy malos para joder tanto el mundo en el que vivimos.

No me queda más que recomendaros que probéis a descubrir el mundo con vuestras bicis!!!

by Lot Abraham Bartolomé. Socio de Ciclogénesis y Amigo.

www.ciclogenesis.es

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